Toda creación humana comienza con una visión que tiene un fin y un propósito específico. Para lograr ese fin, el arquitecto idea un plan que se debe ejecutar fielmente, de lo contrario, el resultado final distará mucho de ser lo que el arquitecto ideó.
Dios es el Arquitecto Divino y Él ha trazado un plan. San Juan Pablo II dice que toda la Creación y en especial el hombre y la mujer, y la manera en que fueron creados, revelan el plan de Dios.
“El cuerpo ha sido creado para transferir en la realidad visible del mundo
el misterio escondido desde la eternidad en Dios, y ser así su signo.”
Hemos sido creados con un propósito maravilloso, de una manera maravillosa, para un plan maravilloso: ¡ser amados por Dios y amarlo a Él por toda la eternidad!
Hagamos un pequeño examen para ver si estamos viviendo el plan de Dios:
San Juan Pablo II comprendió que la mayoría de las personas no pueden responder SI a estas preguntas y explicó el porqué:
“No entendemos quiénes somos y cómo fuimos creados,
y por eso despreciamos el plan de Dios de vida y amor.”
Cuando no seguimos el plan que Dios ha trazado para cada uno de nosotros, nuestras vidas pierden su sentido y significado y nuestro amor se convierte en una caricatura del verdadero amor.
“Es una ilusión pensar que podemos construir una verdadera cultura de la vida humana si nosotros no… aceptamos y experimentamos la sexualidad, el amor y la vida entera de acuerdo a su verdadero significado y su profunda relación”.
Todos estamos llamados a conocer esta "teología del cuerpo", que nos enseña el significado de nuestra sexualidad y a conocer y vivir el verdadero amor.
San Juan Pablo II nos dice que la clave para estudiar esta “teología” se encuentra desde el comienzo de la Revelación de Dios en el libro de Génesis. Al hacerlo descubrimos que:
"Estamos convencidos del hecho de que el conocimiento del significado [nupcial] del cuerpo
... es el elemento fundamental de la existencia en el mundo."
Eso es lo que sucede en nuestras vidas cuando rechazamos el plan de Dios para la sexualidad. Cuando la sexualidad se desordena, nuestras relaciones se distorsionan, el amor se corrompe y se vuelve egoísmo: el deseo de usar al otro para mi conveniencia toma el lugar del deseo de donarme al otro para su beneficio.
Al igual que valoramos una obra de arte según la habilidad del artista que la creó, ¡cuanto más debemos valorar al ser humano que ha sido creado a Imagen y Semejanza del mismo Dios!
»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.» Mateo 7:24-27
© Movimiento Castos Por Amor